Las muertes de los funcionarios federales son lamentables. Hay que separar a las personas como tales y su función como servidores públicos. Si no reconocemos que merecen respeto en cuanto a su condición de seres humanos y personas, estaremos cayendo en los mismos errores que decimos combatir. Nuestra lucha contra el mal gobierno de Calderón no debe traspasar los límites de la función pública que desempeñaban. Eso sí, no podemos dejar de señalarlo, es, nuestro deber como mexicanos comprometidos con la Cosa Pública (Res Publica). ¿Qué sentido tiene cebarnos en la muerte trágica de estas personas?. No vamos a ganar cosa alguna vertiendo nuestra frustración sobre este hecho. Si los conservadores no tienen la mínima empatía con el pueblo que mal gobiernan es su talón de Aquiles, nosotros debemos separarnos de semejante conducta. No lo debemos hacer por ingenuidad ni falta de fuerza sino por mostrar que los de izquierda somos humanistas, solidarios, sin dobleces, sin rencores y por sobrada fuerza de voluntad ante la vida. No será insultando o eliminando a los otros (cosa improbable) como los mexicanos lograremos avanzar hacia una democracia mas plena. Como heredero y aprendiz de los tlamatinime, hoy estudiante de filosofía, no puedo menos que enviar mis condolencias a sus deudos.

Ahora bien, como funcionarios no quedan bien ante el pueblo. El gobierno y la clase rica se lamentan como si esto fuera una tragedia nacional al modo de los verdaderos hombres y mujeres que son reconocidos públicamente por el pueblo como héroes de la nación. Fueron producto de la derecha y de un gobierno falto de legitimidad para la mayoría del pueblo, si bien, con el engaño ya consumado. Calderón no lograra que este pueblo se conduela, no por insensible, sino porque esos mismos funcionarios vivieron muy alejados del pueblo y en contra de los intereses del mismo. Saludos

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Autor: Victormiaz (Visita mi Oficina)