Estado de Referencia: Jalisco
Hola! Tengo más de treinta años casada por sociedad conyugal con un hombre con graves problemas de juicio. Es un hombre bueno y fiel, pero sus constantes decisiones equivocadas nos han llevado a tocar fondo económicamente en varias ocasiones. Yo estoy absolutamente desgastada y deseo terminar mi matrimonio con él. Durante estos años, me he hecho cargo totalmente de mis tres hijos, quienes ya son mayores de edad. Los dos menores están en la universidad.
Durante dos décadas seguimos a mi esposo por varias ciudades de la república en donde iniciaba negocios que acababan en fracaso; finalmente regresamos a Guadalajara y a él le ofrecieron un buen puesto en la ciudad de México en una prestigiosa universidad, donde ya tiene quince años. Yo debí permancer en Guadalajara pues a mi hijo menor, entonces un bebé de tres añitos, le iniciaron unos violentos ataques de asma que dejó atrás hasta la adolescencia, lo que impidió que nos fuéramos a México a vivir. Esto dio, por fin, algo de estabilidad a mis hijos. Logré que mi esposo aplicara un crédito para una casa de interés social en Guadalajara -yo soy de esta ciudad- y no en su estado natal como él quería.
Durante el tiempo que yo me hice cargo de mis hijos, de 1995 a la fecha, trabajé en lo que pude de manera de no estar ausente cuando ellos estuvieran en casa, lo que me obligó a desempeñar muchos roles simultáneamente. Conforme fueron creciendo y siendo más independientes, pude tener otros trabajos cada vez más formales; el último, como profesora de español y tutora durante nueve años tres meses, y del que negocié mi salida al tener que enfrentarme a un director que maltrató a un niño y al agravarse, por causa del ambiente laboral, la hiperacusia que padezco a causa de una explosión.
Yo trabajo por mi cuenta como correctora de textos y guionista, pero el trabajo editorial no es nada seguro. Mis ingresos no son constantes ni abundantes; el ingreso mayor viene de mi esposo quien sigue siendo un buen hombre, pero tan inconsciente como antes. Se endeuda constantemente y ya no intervengo porque me dice que si lo hace con lo que le toca a él, no es mi problema, y tiene razón. Pero sucede que de pronto el banco le descontó de lo que me corresponde a mí y esto me ha hecho perder la poca fe que me quedaba en él.
Analizo mi vida y veo que el trabajo rudo me ha tocado siempre a mí. Nunca he visto correr una gota de sudor por su cara, mientras yo siempre ando llena de pendientes y de trabajo y responsabilidades. Él se fue a Europa a estudiar un doctorado y ha asegurado firmemente su futuro, mientras yo, desempeñando los trabajos que se adaptaran a mi rol de madre, que es lo más importante de mi vida, no he cotizado para jubilarme y mi futuro es absolutamente incierto. Tengo sesenta años y aunque estoy llena de energía, ya no puedo tener un trabajo que me exponga a ruidos como risas, gritos, timbres, cláxones, aplausos, portazos, sirenas, incluso algunos timbres de voz, por lo que mi lugar de trabajo es mi casa y mi herramienta, mi comadora.
Mi pregunta es: ¿Estoy equivocada cuando mi sentido común me dice que si mi esposo ha podido labrar su futuro porque yo me he hecho cargo de mis hijos absolutamente, tengo derecho de, al separarme, disfrutar de una pensión que provenga de él? Muchas gracias.
