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  • Consulta : 119078
  • Autor : garovalo
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  • garovalo
    ABOGADO CIVIL


    (Visita mi oficina)

     

    EL NUEVO YERNO

    Un muchacho, tocó a la puerta de la casa de su novia. Tuvo el tino de abrir el Padre de la muchacha

    - ¿Qué desea, joven?

    - Pues, verá usted, vengo a hablar con usted...

    - Bueno, pues, pase joven, vayamos a la sala y ahí me cuenta de qué quiere hablar conmigo.
    ¿Y bien?

    El joven, todo decisión, respondió:

    - Mire usted, vengo a comunicarle que a su hija y a mí nos gustaría compartir nuestras vidas, nos queremos casar.

    El señor sonrió.

    - Pues está muy bien eso de que se casen, pero cuénteme, muchacho, ¿ya cuenta con un salario digno para poder sustentar a mi hija y los hijos que vengan?

    El joven, con todo el aplomo del mundo, contestó:

    - Mire, aunque soy Ingeniero titulado, no gano mucho. Sin embargo, su hija me ha comunicado lo que ganan su distinguida esposa y usted. Por lo cual, confío en tener una pequeña ayuda de ustedes para poder pagar el teléfono, el agua, la luz y el supermercado.

    Un poco sorprendido por la respuesta, el Padre, hizo otra pregunta:

    - Bueno, ¿y piensan comprar un departamento o una casa? ¿O prefieren rentar....?

    El joven, con mirada inocente, contestó:

    - Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder ir viviendo, hemos pensado que, como esta casa es muy grande y pueden vivir perfectamente dos matrimonios, no es necesario comprar o alquilar departamento o casa. Deseamos vivir en esta casa con ustedes.

    El señor, desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el interrogatorio:

    - Dígame algo, ¿tiene automóvil?

    El joven, sonriendo, respondió:

    - Mire, no tengo coche porque he estado pensando que si usted tiene tres, para qué vamos a comprar uno más. Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario adquirir otro.

    En ese instante, entró en la sala la Madre de la novia, quien, mirando primero al joven y luego a su esposo, preguntó cordialmente:

    - ¿Se puede saber de qué platican?

    El esposo respondió:

    - Querida mía, qué bueno que llegas, quiero presentarte al Señor Arbitro, quien pretende ser el futuro marido de nuestra hija..

    El joven, desconcertado y molesto, inquirió:

    - Oiga, ¿por qué me llama Señor Arbitro?

    A lo que el presunto suegro reviró:

    -Y bueno, grandísimo hijo de la ada, ¿cómo demonios quieres que te llame si hasta ahora lo único que vas a poner en esta casa es el pito?